Con la intención de servir a una familia numerosa y resolver los problemas técnicos y habitables de la primera Casa Cabrero el santanderino se decide por una vivienda con planta en L de dos alturas donde se desmarcan dos alas bien diferenciadas y con un nexo común:
Por un lado la zona de día, donde se concentran la gran mayoría de usos diurnos y la que recibe la luz solar del mediodía gracias a su orientación sur. Es el pabellón de la casa principal, por el que se accede a todas las dependencias y que en su lado norte da la espalda al terreno mediante una vertical de hormigón.
El otro cuerpo de la casa que parece emerger del terreno recoge la zona dormitorio y los baños y toma la luz del amanecer y del ocaso.
En planta semisótano alberga el estudio del propio arquitecto y las zonas de servicio que incluyen patio lateral. Permanece semienterrada por la vegetación y la propia casa pero accesible por todo el perímetro exterior y desde el interior. Quizás no dotar al estudio de una mayor independencia sea el único error reconocido por el arquitecto debido al trasiego de clientes que irrumpen casi forzosamente en la privacidad de la familia.
La colocación de estos cuerpo, complementarios a la extensa población de árboles y vegetación que lindan el perímetro parece recoger el patio interior de la casa donde se proyecta un plano de agua y un espacio de recreo.
Los espacios de vida común son más amplios y se resuelven con particiones móviles. Los elementos decorativos se preveen en el proyecto y estantes y carpinterías complementarias se construyen en obra.
